Sin ningún afán de palabradurías, con más cosas que relatar que contar, pues los cuentos son irreales, las verdades sinceras y las sílabas, en la magia de su son, como agua vierten desde lo más hondo de mi yo. He aquí mi pequeña creación.

sábado, 21 de mayo de 2011

De la Oscuridad al Maíz (Adaptación del mito maya: Popol Vuh)

¡Es cierto! Nuestro mundo somos nosotros mismos, nuestra configuración interna y externa, esa impronta que nos caracteriza, pero ¿cuál es su procedencia?, ¿Cómo podríamos ser mundo sin tenerlo a él en nosotros? Ni el Génesis Bíblico ni la Mitología Griega han podido aproximarse a la esencia del ser, eso que regocija el alma, que nos hace próximos al suelo, al cielo, al viento, al fuego, aquello que nos enreda en la emoción y naturaliza la existencia.
Cuenta la leyenda que bajo el oscuro cielo y las torrentosas aguas habitaban, en total claridad, Tepeu y Gucumatz, dos poderosos seres dotados de luz y divinidad. Sobre su morada, la lúgubre niebla caía constante e irasciblemente, por ello, luchaban a diario por salir de las aguas a conocer el exterior. Luego de repetidas batallas con la oscuridad lograron emerger, encontrándose con el inhóspito paisaje e iluminando con su andar cada uno de los sectores visitados. Pasaron sobre ríos y desiertos, hasta que por fin encontraron aquello que buscaban, un halo de luz semejante a la claridad del sol que indicaba un pantano cubierto de moho. Con sus destellantes dedos tomaron una porción de barro y comenzaron a construir las más perfectas formas de vida, de este modo crearon plantas, árboles y flores, los cuales pusieron sobre la tierra y con un soplido de su aliento hicieron crecer. De este mismo modo comenzó a nacer el mundo, Tepeu y Gucumatz se posaban sobre el suelo y comenzaban a crear montañas, praderas, ventisqueros y arrecifes. Al término de su travesía, el mundo yacía ante sus pies como un apacible lugar repleto de hermosura y naturaleza, paisajes perfectos y diversos elementos como fuego, aire, agua y tierra, pero ¿Quién habitaría su creación? En ese momento crearon a los animales: leones, tigres, serpientes, venados, cerdos, aves, entre otros, estos estaban encargados de cuidar de la naturaleza. Los animales se dispersaron y se multiplicaron, pero los creadores les dieron sus moradas respectivas, mar, tierra o aire. Ahora bien, ¿quién compartiría el mundo con ellos? Es aquí cuando comienzan a crear al hombre. Primero tomaron el barro con que habían construido el mundo e hicieron el cuerpo, pero al darle vida, este se deshacía al caminar, lo cual les parecía inexplicable, pues con los demás seres no ocurría lo mismo. Fue así como buscaron otros elementos. Talaron un árbol, tallaron el cuerpo y le dieron vida, pero este elemento carecía de memoria, por lo cual olvidaba a su creador, además, no tenían entendimiento, caminaban sin rumbo y gateaban. Los hombres de madera fueron los primeros en habitar el mundo, pero cuando sucedió el diluvio, estos murieron mojados y los pocos que sobrevivieron se convirtieron en Gnomos. Los siguientes elementos fueron el tzite y la españada, de ellos se creo al hombre y la mujer respectivamente, el problema es que no pensaban ni hablaban por ello no comprendieron cuando se les dijo que no se acercaran a las piedras de moler, al caminar sobre ellas se aniquilaron instantáneamente.
Luego de una tarde frente a su fabulosa creación, el Sol, Tepeu y Gucumatz lograron comprender lo que realmente debía entrar en la carne del hombre, por ello encargaron a el Yac , Utiu , Quel y Hoh que llevaran aire, fuego, agua y tierra, de esta forma el aire configuró los pulmones y la respiración, el fuego la roja sangre, el agua hizo transitar la sangre por el cuerpo y se transformo en fluidos, tales como la saliva, las lágrimas y las secreciones y la tierra fue la construcción de cada una de las partes externas e internas del hombre. Con esta obra ya terminada notaron que faltaba lo más importante, el maíz, con él crearon el corazón, esto explica el amor del ser humano por la tierra, por sus tradiciones, costumbres y familia.
Al terminar, vieron al hombre caminar, mirar, pensar, reconocer y sentir, por lo cual entendieron que el barro no funcionase para crearlo, pues el amor conjuga todos los elementos de la tierra, es decir, uno sólo no puede encarnarlo.
Los primeros hombres de nuestra descendencia fueron cuatro: Balam-Quitze, Balam-Acab, Mahucutah y Iqui-Balam.

La Sepultura del Lobo

Las amargas veces en que se entrelazan las hogueras infernales y los solsticios apabullantes es cuando se generan estas historias tan llenas de dolor y misterioso resplandor.
Caminante, pequeño y fornido, con no más de un metro y medio de estatura, ojos verdes, gruesos labios y ahuecados pómulos. Con cada paso dejaba una sutil bruma flotando en el aire, se aproximaba a aquel sitio tan familiar y distante a la vez, su antigua casa, ese lugar colmado de recuerdos, de alegrías y más que todo penas, no puede negarse cuanto le pesaban aquellos dolores. Entra, ráfagas de polvo inundan su rostro, aquel charquito de peces sobre el mesón estaba lleno de arácnidos, todo es lúgubre. Camina, da pasos agigantados sobre sus recuerdos. Se sienta, contempla aquel panorama oscuro. Toma su cabeza con ambas manos, estrechándola, ahuecándola y vienen la seguidilla de imágenes: noche estrellada, velada familiar, todos duermen, hombre fornido, grande, peludo, ser arrastrado hacia el granero, violencia, quejidos, dolor, más dolor, mucho más dolor, oscuridad, llanto y… Vuelve a la realidad, decide soltar su cabeza, lanza un grito ahogado, corre rápidamente hacia afuera, como si algo lo llamase. Se escuchan los lobos, se siente el temor, nadie a su derecha, nadie a su izquierda, sigue corriendo entre árboles y perros que ladran, entonces detiene su agitado paso y retoma la lentitud de su andar, para tomar la pala y el chuzo, comienza a excavar profundamente, el deseo de terminar con su vida, al parecer, acrecienta la rapidez con que urde aquel hoyo en la tierra. Deja la pala de lado y usa sus extremidades, mientras las quebradizas uñas sienten el calor que proviene de la tierra o mejor dicho, de la sangre. Con sus manos toma el pelo de él, su tío enterrado vivo hace dos horas atrás, ése al que le llamaban “el lobo”.

jueves, 3 de febrero de 2011

Menos mal que no.

Menos mal que no me gusta el maquillaje, que no quiero salir bonita en las fotos, que me interesa bien poco lo que la gente piense de mí. Menos mal que no uso mini falda ni quiero parecer voluptuosa, ni me gusta la literatura rosa. Menos mal que las películas de amor me aburren, así como las conversaciones de pretendientes y ropa. Menos mal que no me gusta cortarme el pelo, ni teñírmelo, ni buscar los pendientes perfectos para ningún vestido de gala, por que no uso. Menos mal que no me gusta el plateado, ni el dorado, ni las pieles de animal ni las joyas caras. Menos mal que no me gusta que me regalen peluches ni mucho menos chocolates, que no me guste hacer dieta ni ir al gimnasio. Menos mal que no llamo amiga a la gente que no lo es y que no me interesa agradarle a todo el mundo. Menos mal que no necesito que me reafirmen todo el tiempo con palabrerías bonitas de ese millón de supuestos amigos que no tengo y no quiero tener. Menos mal que no me gustan las discotecas y mucho menos la música de moda, así como no quiero usar la ropa que todos llevan y mucho menos parecer lo que todas parecen. Menos mal que no soy celosa, que no me gusta hablar estupideces de mi pololo con mis amigos, que no me dan ataques de inseguridad por que tiene amigas y que no quiero que él sea ni musculoso ni mister piernas. Menos mal que hoy me amo por que menos mal que no soy nada de esto ni quiero serlo.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Menos mal

Han habido veces en que nos caemos, claro, cómo no admitirlo. No hablo de esas caídas que te rasguñan las piernas o te quebrajan la piel, sino que esas que realmente duelen, las que hieren tu emocionalidad más profunda y querida. Hoy, agradezco profundamente cada una de ellas, pues entre más observo el pasado, más disfruto el presente, lo miro, lo adulo, lo agradezco como no agradecí antes.
Es tan fantástico haberse librado de tantas sonrisas fingidas, de tanta hipocresía, de tanta banalidad, de todas esas personas que no hacen más que ensuciar lo poco que nos queda de inocencia.
Agradezco a la vida por no necesitar griteríos ni palabrerías, por no buscar las palabras idóneas ni urgar en la capacidad de "subir el ego" a los demás para que me quieran o para que, por lo menos, me acepten. Agradezco por ser lo que soy, una mujer llena de defectos, de virtudes, con potencial, con amor por quienes están a mi lado, por mi obsesividad y cuántas afecciones pueda tener, pues, a pesar de ellas, soy lo que soy frente a quien se me ponga en frente y con la honestidad que me caracteriza.

jueves, 8 de julio de 2010

Reencontrarse con la magia

Se hace complejo mirar los atisbos del pasado y pensar que ya son parte sólo de él, cuando aún queda el sabor amargo de aquellos trechos andados descalza y dolorosamente, esa suerte de dejar atrás aquello que nos ha endurecido la vida, contangiando cada una de nuestras esferas de ese fastidioso dolor que carcome las entrañas y nos deja descubiertos, frente al mundo, con no más que lágrimas en los ojos y lo poco que llevamos en los bolsillos, desde lo cual podremos generar amistades falsas y supuestos confidentes que han de resguardar nuestros pormenores hasta cuando les sea necesario.
Es evidente que hemos de crecer, con el pasar de las horas y los días podremos configurar nuevos horizontes, desde lo cuales, se recodifica el objetivo de vida dejando de lado el fervoroso vacío existencial que tanto cuesta quitarnos. Esa sensación tan llena de resquemores apodada vacío, banalmente, por que es más que un término, nos ha hecho grandes, pues, desde la evitación de él es que hemos configurado lo que hoy somos: sobrevivientes del dolor y empeñosos poetas callejeros que vomitan en líneas lo que no pueden dejar de decir y no quieren contar.
Hoy me siento desnuda, pero no de pesares ni conflictos, sino que ante este maravilloso sentir que me inunda las alas y las hace crecer en pos del cielo, donde está el límite, ni más abajo ni más arriba que en el cielo, es ahí donde antes erré y hoy puedo corroborar que me autocastigué limitando a dolor mis experiencias, hoy hablo desde el amor, desde el profundo sentimiento, desde el airoso compromiso, desde la única certeza que tengo sobre mi vida, desde aquello que limita con el cielo y a veces lo sobrepasa, en esta magnificente experiencia de reecontrarme con la magia, con el encanto de ser yo y anhelar a un otro a mi lado, a quien yo describo como un cúmulo de inciertas certezas que han ido descubriéndose mediante pasa el tiempo, los años, los días, las horas, en este hacer y deshacer sólo bondades divinas que llegan a mis aromas, a mi voz, al inexplicable sentimiento que arroja el estar piel a piel, el sentirnos uno frente al otro, mas bien, dentro, susurrando, apelando a la dulzura, a la remoción de escombros fantasmales y al sudor empapado de amor, al complexo resplandor de la ternura.
Hoy siento que amo a cabalidad y en totalidad, en el dulce quehacer de un beso, en la rutina primera de vernos, en la claridad de sus ojos que son tan míos y tan tiernos, tan completos, tan amantes amados.

viernes, 13 de noviembre de 2009

Me sitúo hoy, en mi hoy, en esta calurosa noche primaveral empapada de amor y encanto. Es sábado 14 de noviembre y una fría brisa endulza mis palabras, esas que con el correr del tiempo se fueron endurenciendo y hoy han cambiado hasta mi forma de ver el mundo, aprendiendo que no es tan difícil besar sintiendo que realmente importa, que dar la mano no es firmar un contrato ridículo de obligaciones, sino que sentir que la vida me ha dado una nueva oportunidad o, mejor dicho, me ha dado la primera gran oportunidad de forjar algo hermoso en base al mútuo acuerdo de querernos tanto como no hemos querido antes, adquiriendo y reformando los sectores olvidados del corazón y de la vida, esos rincones que se oscurecieron con el daño hecho por gentes tontas y rearmado por nosotros mismos, para ahora hacerlo un complemento fascinante y concreto, lleno de luz, esa luz exquisita que nos mantiene más unidos que nunca.
Siento que renací, como nunca antes pude, como nunca antes quise, como siempre desee.
Estoy enormemente feliz.

lunes, 14 de septiembre de 2009

lo creo, si.

Hoy me dispuse a publicar como hace meses no hacía algunas palabras de conexión clara. Recuerdo haber despertado con la luz tenue de la mañana y entre mis sueños pude encontrar el reflejo de lo que mis pupilas contemplaron al retomar la vida.
Si, he despertado con la magnificencia de los ojos que miran el correr del tiempo sin vacilaciones, entre los caminos que elegir, con el temor que caracteriza a los días de primavera cuando el verano es inciertamente posible y me siento bien, pues logro comprobar que todo este tiempo de gelidos latidos a descongelado las emociones que creí no volver a experimentar, hilando lentamente y con cautela lo que hoy se transforma en la perfecta compañía de mi soledad. No sé qué fue lo que consiguió que mi lento caminar se transformase en este estado intermedio de elección que, ciertos días, toma fuerza y me da el valor de decir y sentir lo que en el fondo he deseado, lo que me asusta, lo que me une y me disgrega, lo que logra que crea y suponga que este es el camino que quiero tomar.